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Las mil batallas

Desde chiquita me encantaba documentar la vida en fotos para ver la evolución del tiempo, en el mío sobre todo, así podía medir mis batallas en mis ojos y cara.

 

Por estos días estoy agotada, las mil batallas que no elegí, de vez en cuando pueden conmigo y me cansan aunque ya aprendí que es normal, lo que ya no hago es pelear en vano, ahora elijo mis luchas.

 

No se si alguien más siente como yo que fue enviado a enfrentar un mundo sin instrucciones o que en su vida nada fue fácil.

 

La batalla más dura de mi vida ha sido contra el abandono, a mis cuatro años de edad mi mami murió pero mi cuerpo entendió que me abandonó y me tomó la vida entender que no me dejó, sino que terminó un ciclo y debía irse.

Un adiós siempre duele. No sirve de mucho que me digan que es parte de la vida, que la gente se va, que el cambio es normal, que por algo será, que no sufra, que agradezca lo que si tengo, que lo supere por mis hijos, etc, porque el dolor es un hueco profundo en el alma que queda para siempre a pesar de que el tiempo lo cicatrice.

 

El abandono me ha quitado el piso todas las veces y me ha tomado días aceptarlo para sobrellevarlo. Eso sí, una vez que lo supero ya no hay vuelta atrás y dejo de sentir dolor, mi proceso termina en el lugar donde yo decido qué hacer con lo que la vida me da.

 

Por el síndrome del abandono entendí por años que hacer felices a los demás era lo más importante y que yo podía quedar olvidada en el último cajón de mis prioridades, ese aprendizaje hizo que me perdiera y no pudiera distinguir en qué momento la felicidad de los demás impedía la mía. El miedo a quedarme sola y desprotegida hizo que yo vea cosas irreales, me culpe y me llene de inseguridad. Dedicarse a hacer feliz a alguien por encima de uno no es un buen negocio.

Por estos días de agotamiento me he visto a mi misma valiente y he contado las batallas que he ganado. Pasé por mucho para llegar hasta aquí y me he regalado el derecho de estar mal algunos días que me han hecho más fuerte y me han devuelto a la persona que más me quiere, a mi, mi intensidad de amar merece ser valorada.

 

Así que desde hoy, voy a escribir lo que siento y no me voy a esconder tras una máscara de perfección que no tengo, desde ahí, desde lo más honesto de mi alma hablaré para quien quiera escucharme, no con el fin de enseñarle nada, porque no me corresponde, si no para decirle que al final siempre se puede y que el cambio en la vida depende de una sola decisión, al menos así ha sido para mi.

 

 

Pdta: Gracias Vicky esto va por ti.

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